Guanajuato.– Jovita corrió 350 metros descalza, con el miedo en el rostro y un machete tras ella. Tocó puertas, gritó frente a la comandancia, buscó refugio en la plaza del pueblo. Nadie la ayudó. Su carrera desesperada terminó en una farmacia del centro, donde creyó estar a salvo, pero fue ahí donde Luis Daniel, su agresor, la asesinó frente a todos.
Era la madrugada del 29 de abril de 2025. Jovita, cuyo nombre completo era Blanca Estela Vázquez Tovar, tenía 54 años, una leve discapacidad intelectual y vivía con su madre de 76 años. Ambas administraban una pequeña panadería familiar en el centro del municipio.
Entró por la fuerza y comenzó la pesadilla
Todo comenzó cuando Luis Daniel, exempleado del negocio, irrumpió violentamente en la vivienda con un machete en mano. Tras forcejear con el primo de Jovita, ambos lograron escapar y llamaron dos veces al 911. Nadie respondió.
Desesperada, Jovita salió a buscar ayuda por su cuenta, tocando casas, suplicando en la comandancia cerrada y pasando por la antigua presidencia municipal. No recibió auxilio en ninguno de esos puntos.
Asesinato frente a testigos… que no hicieron nada
Finalmente, una farmacia le abrió la puerta. Ahí fue donde Luis Daniel la alcanzó. Con el machete la golpeó brutalmente y remató con una piedra en la cabeza, todo esto frente a empleados y clientes inmóviles por el miedo.
La Fiscalía de Guanajuato clasificó el hecho como feminicidio. Luis Daniel fue vinculado a proceso por la muerte de Jovita, por herir al primo de la víctima y a un agente de tránsito.
El alcalde minimiza el crimen; la familia denuncia revictimización
Pese a la gravedad del caso, el alcalde Gilberto Zárate Nieves, del partido Morena, declaró que no fue un feminicidio, sino un “homicidio común”, y acusó que las denuncias públicas tienen “tintes políticos y carroñeros”.
El gobierno local emitió un comunicado asegurando que actuaron conforme a protocolos, aunque los hechos evidencian lo contrario: no respondieron las llamadas al 911, la comandancia estaba cerrada y los policías fueron enviados al lugar equivocado.
Peor aún, la familia ha denunciado burlas y desacreditaciones en redes sociales por parte de personas cercanas al alcalde, generando un ambiente de revictimización e impunidad.
Una muerte que pudo evitarse
“Tuvo todo el tiempo del mundo para asesinarla”, repite Mariana Vázquez, sobrina de la víctima. Su reclamo no es solo por la brutalidad del asesinato, sino por el abandono institucional que permitió que ocurriera.
Desde el crimen, más mujeres se han acercado para contar situaciones similares, donde las autoridades no atendieron sus llamados de auxilio. Jovita, dicen quienes la conocieron, era una mujer trabajadora, buena, inocente. Su vida fue apagada en público, a la vista de todos, y nadie la defendió.