El Paso, Texas.— Patrick Crusius, autor del trágico tiroteo masivo ocurrido en el Walmart Cielo Vista de El Paso el 3 de agosto de 2019, se declaró culpable este lunes ante un tribunal federal. La confesión lo llevará a pasar el resto de su vida tras las rejas, luego de que el fiscal estatal descartara solicitar la pena de muerte.
Vestido con un uniforme carcelario naranja con blanco y esposado, Crusius permaneció en silencio durante gran parte de la audiencia. Únicamente rompió su mutismo para confirmar que su declaración de culpabilidad era voluntaria y que entendía plenamente sus derechos legales, según las preguntas hechas por la jueza Medrano.
La sala llena de dolor y memoria
En una sala improvisada en el espacio de reuniones de los comisionados del condado de El Paso, más de 100 familiares de las víctimas presenciaron la audiencia, marcada por una fuerte presencia de seguridad. El ambiente se tornó aún más solemne cuando la fiscal Montoya leyó en voz alta los nombres de las 23 personas asesinadas, así como los de los 22 heridos que lograron sobrevivir.
Este acto simbólico sirvió como un homenaje a quienes perdieron la vida y como recordatorio del profundo impacto que este crimen ha dejado en la comunidad.
Las víctimas mortales del ataque:
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André Anchondo, 23 años
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Jordan Anchondo, 24 años
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Arturo Benavides, 60 años
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Leonardo Campos, 41 años
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Angie Englisbee, 86 años
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María Flores, 77 años
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Raúl Flores, 83 años
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Guillermo “Memo” García, 36 años
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Jorge Calvillo García, 61 años
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Adolfo Cerros Hernández, 68 años
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Alexander Gerhard Hoffman, 66 años
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David Johnson, 63 años
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Luis Alfonso Juárez, 90 años
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María Eugenia Legarreta Rothe, 58 años
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Maribel (Campos) Loya, 56 años
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Iván Filiberto Manzano, 46 años
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Elsa Mendoza Márquez, 57 años
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Gloria Irma Márquez, 61 años
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Margie Reckard, 63 años
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Sara Esther Regalado Moriel, 66 años
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Javier Rodríguez, 15 años
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Teresa Sánchez, 82 años
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Juan Velázquez, 77 años
Fin del proceso legal, pero no del dolor
A pesar de que el proceso judicial —tanto a nivel estatal como federal— ya concluyó, el dolor persiste para los sobrevivientes y familiares, quienes enfrentan una vida marcada por el vacío, la pérdida y el trauma.
La confesión de Crusius cierra un capítulo en los tribunales, pero abre una reflexión profunda sobre el odio, el racismo y la necesidad de políticas de prevención de armas y crímenes de odio en Estados Unidos.