Gabriel Ávalos usó el teléfono del ladrón para viralizar imágenes privadas y lograr que lo contactara
BUENOS AIRES — En un giro insólito que parece sacado de una serie de Netflix, el influencer y tiktoker Gabriel Ávalos logró recuperar su celular robado usando una estrategia poco convencional, pero completamente efectiva: extorsionar al ladrón con sus propias fotos íntimas.
El incidente ocurrió el pasado lunes 27 de julio, cuando Ávalos descendía de un colectivo en la intersección de Avenida Rivadavia y Díaz Vélez. Fue en ese momento que un sujeto le arrebató su celular y salió corriendo. Pero el ladrón no contó con que su víctima iba a perseguirlo a toda velocidad, logrando obtener el teléfono del delincuente tras un forcejeo en el que el dispositivo cayó al suelo.
“1234” fue la clave del desastre
El influencer, sin pensarlo dos veces, intentó desbloquear el teléfono robado por el ladrón. La contraseña era tan débil como ridícula: “1234”. Con acceso total, Ávalos descubrió fotos y videos íntimos del sujeto, además de sus redes sociales, TikTok e Instagram.
Lejos de ir a la policía, Gabriel decidió jugar a la inversa, accediendo a los contactos del ladrón y compartiendo las imágenes privadas con su pareja y familia, además de publicarlas en sus redes sociales.
“Subí algunas fotos para que todos supieran quién era. Lo expuse en su cuenta. Que le diera vergüenza lo mismo que me hizo pasar”, declaró el influencer.
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El ladrón lo contactó, pidió piedad… y hubo trato
Como era de esperarse, el ladrón no tardó en comunicarse, rogando que borraran las publicaciones y alegando que “tenía familia”. Gabriel le propuso un intercambio claro y contundente: le regresaba su dignidad digital solo si le devolvía su celular.
Finalmente, ambos se encontraron en Ciudadela y se concretó el intercambio: celular por silencio.
Debate ético en redes sociales
El caso explotó en plataformas como X y TikTok, generando opiniones divididas. Algunos usuarios aplaudieron la osadía del influencer por “hacer justicia por su propia mano”, mientras otros lo acusaron de incurrir en extorsión digital y violación de privacidad.
“Lo que hizo el ladrón está mal, pero lo que hizo Gabriel también. Difundir nudes es un delito, no una estrategia”, escribió una usuaria.
“Lo denunció como se debe: en sus redes, donde sí lo escuchan. No como en la comisaría, donde nada pasa”, opinó otro.
No denunció formalmente
Gabriel Ávalos explicó que no acudió a la policía porque no confía en el sistema judicial argentino. Señaló que si no hubiese actuado así, jamás habría recuperado su teléfono y que otros casos similares podrían terminar peor.
Este curioso enfrentamiento entre delincuencia y redes sociales reabre la discusión sobre los límites de la justicia por mano propia en la era digital.
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