La meta de construir 1.8 millones de viviendas podría repetir errores del pasado si no se garantiza infraestructura, planeación territorial y servicios básicos
Especialistas en desarrollo urbano advirtieron que el programa federal de Vivienda para el Bienestar, que plantea la construcción de 1 millón 800 mil hogares durante el sexenio, podría agravar desigualdades sociales y territoriales si no se acompaña de una planeación integral que contemple infraestructura, servicios, movilidad, acceso al empleo y capacidad de carga ambiental en las zonas donde se edificarán nuevas viviendas.
Aunque la política habitacional del gobierno federal ha sido presentada como una estrategia histórica para reducir el rezago, expertos coinciden en que existe el riesgo de que se repitan los errores de modelos masivos implementados en décadas anteriores, como el abandono de viviendas, la expansión descontrolada en periferias y la generación de entornos con baja calidad de vida.
“Podemos condenar otra generación a mayores vulnerabilidades”: Fundación Hogares
De acuerdo con Eduardo Rivera, gerente de Regeneración Urbana y Social de Fundación Hogares, el enfoque del programa podría diluirse si la prioridad es cumplir con la meta numérica de viviendas, sin considerar el territorio donde se construyen ni las necesidades reales de las comunidades.
Rivera advierte que México corre el riesgo de revivir esquemas que ya demostraron consecuencias graves:
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Urbanizaciones periféricas desconectadas.
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Viviendas abandonadas.
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Separación física de zonas productivas y centros laborales.
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Costos insostenibles para los municipios.
“Se puede repetir el mismo problema cuando todavía ni siquiera hemos terminado de reparar los errores anteriores. Estamos ante el escenario de volver a condenar a una generación entera al incremento de sus vulnerabilidades”, señaló.
El programa contempla que las viviendas serán construidas por tres dependencias federales:
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1.2 millones por parte del Infonavit
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500 mil por la Conavi
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100 mil por el Fovissste
Sin embargo, especialistas insisten en que construir casas no es sinónimo de mejorar calidad de vida.
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Capacidad de carga territorial: el talón de Aquiles del modelo
Uno de los elementos más críticos es la capacidad de carga de los territorios, es decir, la posibilidad real de que una zona soporte la llegada de nuevas familias y su demanda de agua, drenaje, energía, movilidad y servicios.
Rivera explica que los modelos del Infonavit y la Conavi están diseñados para alojar cerca de cuatro personas por vivienda, lo que implica una presión significativa en lugares donde hoy ya existe:
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Escasez de agua.
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Infraestructura insuficiente.
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Deforestación acelerada.
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Deficiencias en conectividad y transporte público.
“Dada la velocidad con la que se está construyendo, no se toman en cuenta los efectos del cambio climático. Es un reto garantizar que el territorio soporte en 10 o 15 años el abastecimiento de agua y servicios humanos mínimos. El problema de la vivienda es mucho más complejo que simplemente construir casas”, subrayó.
ONU Hábitat: expansión periférica aumenta desigualdad
Fernanda Lonardoni, jefa del programa para México, Cuba y Centroamérica de ONU Hábitat, advirtió que la expansión hacia las periferias urbanas genera desigualdad estructural que se mantiene por generaciones.
Datos de ONU Hábitat muestran que una persona que vive en zonas centrales tiene hasta 28 veces mayor acceso a empleos formales que quienes viven en la periferia.
Lonardoni añade que, hacia 2050, los municipios deberán incrementar su gasto entre 40% y 50% para mantener los mismos niveles de servicio en zonas alejadas, lo que podría ser financieramente inviable.
Además, la organización estima que 30% de la población urbana en América Latina vive en asentamientos informales, fenómeno ligado a la expansión descontrolada y al déficit habitacional cualitativo: viviendas que sí existen, pero carecen de servicios, infraestructura o integración urbana.
“Está claro que la manera como diseñamos y planificamos nuestras ciudades influye en el aumento o no de las desigualdades”, afirmó.
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Efectos acumulados: violencia, abandono y vulnerabilidad infantil
Rivera advirtió que en México persisten las secuelas de décadas sin una política habitacional adecuada:
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Infancias creciendo en entornos vulnerables.
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Comunidades desconectadas entre sí y con los centros de trabajo.
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Aumento de violencia comunitaria.
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Deterioro acelerado del espacio público.
“Si tuviera que calificarlo, como organizaciones, política pública y país, estaríamos reprobados en materia de vivienda”, indicó.
Intervenciones territoriales: el ejemplo de Fundación Hogares
Fundación Hogares ha intervenido durante 15 años en más de 1,000 desarrollos habitacionales, equivalentes a 645 mil viviendas, donde ha invertido más de 1,100 millones de pesos y beneficiado a 2.5 millones de personas.
Su metodología se basa en:
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Diagnósticos comunitarios.
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Participación vecinal.
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Creación de soluciones colectivas.
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Recuperación del espacio público.
Han implementado proyectos como:
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Rehabilitación de parques.
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Huertos urbanos.
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Comedores comunitarios.
Pese a su experiencia, Rivera lamenta que no han sido integrados de manera formal al diseño del programa de Vivienda para el Bienestar, pese a la colaboración que han intentado establecer con Infonavit y Sedatu.

