En la última década, México ha logrado una reducción sostenida en los niveles de desigualdad económica, impulsada principalmente por el aumento al salario mínimo y la expansión de los programas sociales; sin embargo, el país continúa ubicado entre las naciones con mayor desigualdad a nivel mundial, de acuerdo con especialistas que participaron en el Informe Mundial sobre la Desigualdad 2026.
El economista Ricardo Gómez-Carrera, investigador del informe, señaló que los datos muestran avances claros en los últimos años, aunque todavía existe un amplio margen de mejora para cerrar las brechas sociales, laborales y regionales que históricamente han marcado al país.
Uno de los factores más determinantes en la disminución de la desigualdad ha sido el incremento sostenido del salario mínimo, el cual ha permitido que millones de personas mejoren su poder adquisitivo.
De acuerdo con cifras oficiales, entre 2018 y 2024 13.4 millones de mexicanos salieron de la pobreza, mientras que el poder adquisitivo del salario mínimo se recuperó más de 154% en ese periodo.
Especialistas destacan que estos incrementos forman parte de las llamadas políticas de predistribución, es decir, aquellas que mejoran los ingresos antes de que lleguen a los hogares, reduciendo la desigualdad desde su origen.
Además del salario mínimo, los programas de bienestar, como becas educativas y apoyos económicos directos, han tenido un impacto significativo en la reducción de carencias.
Estas transferencias públicas han sido especialmente relevantes en regiones con mayor rezago, donde el acceso a servicios de salud y educación representa una diferencia sustancial en la calidad de vida de las familias.
A pesar de los avances, México continúa figurando entre los 15 países con mayor desigualdad del mundo, según el informe. Las diferencias de ingresos, oportunidades laborales y acceso a servicios básicos siguen siendo evidentes entre regiones y sectores de la población.
Los expertos subrayan que la reducción registrada no significa que el problema esté resuelto, sino que algunas políticas han comenzado a modificar una estructura económica históricamente desigual.
El informe también señala que la inversión en educación y salud es fundamental para lograr una reducción estructural de la desigualdad a largo plazo, ya que beneficia tanto a la generación actual como a las futuras.
Asimismo, especialistas consideran necesaria una reforma fiscal progresiva, enfocada en ampliar la base gravable y en que los sectores de mayores ingresos contribuyan más al financiamiento de servicios públicos.
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