PUEBLA — El cuerpo de María de Jesús N., conocida cariñosamente como Doña Mari, la mujer de la tercera edad que vivió durante tres años en la sala de espera de la Central de Autobuses de Pasajeros de Puebla (CAPU) esperando a sus hijos, fue reclamado por una mujer que aseguró ser su hija, informaron fuentes oficiales.
La supuesta hija se presentó el lunes 28 de julio en las instalaciones del Servicio Médico Forense (Semefo) para solicitar la entrega del cuerpo. Posteriormente, la Fiscalía General del Estado (FGE) de Puebla confirmó que el cuerpo fue entregado el 29 de julio para darle cristiana sepultura, aunque no precisó si se verificó legalmente el parentesco de la mujer que realizó el trámite.
Doña Mari falleció el jueves 24 de julio en la CAPU, lugar donde vivió sus últimos años en la esperanza de reencontrarse con sus hijos, especialmente con su hija Alma, a quien mencionaba con frecuencia y por quien rehusó abandonar la terminal, incluso cuando instituciones como el SEDIF le ofrecieron refugio o ayuda médica.
Vecinos, locatarios y personal de la central la recuerdan como una mujer tranquila, aferrada a su fe familiar, que dormía en las bancas y apenas hablaba con desconocidos. Su caso conmovió a todo el país luego de que se viralizara su situación en redes sociales y medios de comunicación.
“Tiene tres hijos, pero ella hablaba siempre de ‘Almita’… decía que vendría por ella”, compartió una comerciante del lugar.
La historia de Doña Mari adquirió un tinte aún más triste con versiones extraoficiales que aseguran que Alma habría fallecido al intentar cruzar hacia Estados Unidos, lo que explicaría su ausencia. Sin embargo, esta información nunca fue confirmada por las autoridades, y hasta ahora no se ha abierto ninguna carpeta de investigación formal por presunto abandono o negligencia familiar.
La FGE de Puebla no ha informado si analizará una posible responsabilidad penal en torno al abandono de María de Jesús, ni si la mujer que reclamó el cuerpo enfrenta o enfrentará algún tipo de revisión legal.
Lo único cierto es que Doña Mari murió esperando, con la mirada fija en la entrada de la CAPU, imaginando cada día que su hija cruzaría esa puerta para abrazarla.
Hoy, cientos de personas en redes sociales han rendido tributo a su memoria, compartiendo mensajes de indignación, ternura y llamados a cuidar más a nuestros adultos mayores.
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