Uruguay.– El mundo despide a José “Pepe” Mujica, expresidente de Uruguay y una de las figuras políticas más queridas y respetadas de América Latina, quien falleció este martes a los 89 años de edad tras una batalla contra el cáncer de esófago diagnosticado en abril de 2024.
Su muerte se produjo en su chacra en las afueras de Montevideo, donde pasó sus últimos días rodeado de sus seres más cercanos y bajo cuidados paliativos, según confirmó su esposa, Lucía Topolansky, exvicepresidenta de Uruguay.
Una vida de lucha, coherencia y humildad
Pepe Mujica fue un líder atípico. Exguerrillero tupamaro, pasó más de 10 años preso durante la dictadura militar uruguaya. Al recuperar su libertad, se volcó a la política democrática, siendo electo senador, ministro de Ganadería, y finalmente presidente de Uruguay entre 2010 y 2015, representando al Frente Amplio.
Durante su mandato impulsó reformas progresistas que marcaron la historia del país, como la legalización del cannabis, el matrimonio igualitario y la despenalización del aborto, siempre fiel a sus valores de justicia social y derechos humanos.
Vivió como pensó
Mujica renunció a los privilegios del poder: donó la mayor parte de su salario como presidente, vivió sin lujos en su pequeña chacra, condujo su viejo Volkswagen escarabajo, y predicó con el ejemplo sobre la necesidad de vivir con menos para ser más humanos.
Su discurso en la ONU en 2013, donde criticó el modelo consumista global, le dio proyección internacional. Fue reconocido por líderes y ciudadanos como una voz ética en temas como sustentabilidad, equidad y paz.
Un legado que trasciende fronteras
Mujica no tuvo hijos, pero deja como herencia un país más justo y una filosofía de vida que traspasó fronteras. Su figura inspiró a millones por su honestidad, coherencia y humanidad.
Hasta sus últimos días, incluso en silla de ruedas, asistió a actos del Frente Amplio. El pasado 11 de mayo no participó por primera vez en las elecciones departamentales desde 1985, marcando el inicio de su despedida pública.
Con su partida, Uruguay y el mundo pierden a un referente de la política con principios, pero su legado seguirá vivo en las nuevas generaciones.