Con fotografías y urnas, familias claman justicia y dignidad por sus seres queridos
Ciudad Juárez.– En medio del escándalo que ha conmocionado a la ciudad, familias juarenses afectadas por el hallazgo de 383 cuerpos abandonados en el crematorio Plenitud acudieron este domingo a la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe para encontrar un momento de paz espiritual y clamar justicia por sus seres queridos.
A los pies del altar, durante una misa presidida por el obispo José Guadalupe Torres Campos, se colocaron fotografías de personas fallecidas, cuyos restos debieron haber sido cremados y entregados con dignidad, pero que hoy podrían formar parte del horror descubierto en las instalaciones clausuradas en la colonia Granjas Polo Gamboa.
“No le voy a llorar a piedras o arena de no sé qué”
Uno de los testimonios más conmovedores fue el de Virginia Gallegos, quien acudió con el corazón roto. Su esposo falleció en 2022 y fue “incinerado” en la funeraria Latinoamericana. Hoy no tiene certeza de que las cenizas que guarda con tanto dolor le pertenezcan.
“Yo necesito ir y sepultarlo y saber dónde está mi esposo para llorarle donde él esté, no le voy a llorar a piedras o arena de no sé qué”, dijo entre sollozos.
Virginia, como muchas otras familias, ha decidido no optar nuevamente por la cremación. Espera que la Fiscalía le entregue el cuerpo —si es localizado entre los 383— para sepultarlo con la dignidad que merece.
Fotografías con lágrimas, fe y esperanza
Durante la misa, el obispo Torres Campos derramó agua bendita sobre las fotografías colocadas por las familias en la escalinata del altar, un gesto simbólico que representó para muchos un acto de consuelo en medio de la angustia.
“No hay cosa más triste que la duda y la incertidumbre de desconocer si lo que les entregaron en la urna son realmente las cenizas de su ser querido”, expresó el obispo.
El templo permaneció lleno, no solo por quienes sospechan que sus familiares forman parte de los cuerpos encontrados, sino también por ciudadanos solidarios ante lo que muchos han calificado como una tragedia humanitaria.
“No parecen seres humanos los que hicieron esto”
Manuela Pérez, tía de un joven que fue asesinado violentamente, expresó la frustración de muchas familias. Su sobrino supuestamente fue cremado en El Paso, Texas, pero ahora sabe que la funeraria involucrada está en la lista de las investigadas y que, legalmente, no pudo haber sido cremado en Estados Unidos por tratarse de una víctima de homicidio.
“¡Ay, no parecen seres humanos los que hicieron esto!”, exclamó con indignación.
Manuela desconoce si su familia ha abierto la urna para verificar su contenido, pero aseguró que viven con la angustia diaria de estar en posesión de unas cenizas que podrían no pertenecer a su familiar.
“Nos mintieron y revivimos el duelo”
Otra de las asistentes, Fernanda Estrada, nieta de José Estrada —fallecido en 2022— relató que su familia vivió una situación económica difícil para costear el servicio funerario, el cual contrató con la funeraria Latinoamericana. Tardaron más de un mes en entregarles las cenizas.
Al acudir a la Fiscalía, les notificaron que existe una coincidencia con uno de los cuerpos hallados en Plenitud.
“Ahora no sabemos si lo que tenemos en la urna sea él o no. Desde que nos enteramos no podemos estar tranquilos como familia.”
Fernanda reveló que su familia tiene tres paquetes funerarios más contratados con esa empresa, pero que ya no confían en ellos. Solicitaron el reembolso, pero la funeraria les informó que no es posible devolver el dinero.
Claman justicia ante un fraude y una traición al duelo
Lo que muchas de estas familias piden, más allá de la identificación, es justicia y reparación. No solo fueron víctimas del engaño, sino también del desprecio más profundo hacia el duelo humano.
“¿Cómo puede haber quien juegue con el dolor de otros?”, expresó uno de los asistentes al salir de la catedral.
La misa cerró con una oración por la verdad, la justicia y el descanso eterno de los fallecidos, seguida de una bendición sobre las urnas y fotografías presentes. Las familias se retiraron con rostros de resignación, pero también con la esperanza de que su clamor no caiga en el silencio institucional.