Ciudad Juárez.– El Cereso Número 3 de Ciudad Juárez, uno de los centros penitenciarios más conflictivos del país, ha sido escenario de una transformación radical tras el motín y fuga masiva ocurrida durante las primeras horas del 1 de enero de 2023. Desde que pasó de manos de la Fiscalía General del Estado (FGE) a la Secretaría de Seguridad Pública del Estado (SSPE), se han implementado nuevas reglas y operativos internos con el objetivo de recuperar el control y restablecer el orden en las instalaciones.
Según datos proporcionados por la SSPE, se han generado cerca de mil 200 espacios adicionales para combatir el hacinamiento. Al inicio de la intervención, se detectaron graves irregularidades: favoritismos a grupos criminales, celdas transformadas en lujosos departamentos, presencia de restaurantes, y puertas secretas utilizadas por sexoservidoras.
El módulo 19, antes destinado al aislamiento, ahora cumple funciones de reorganización para reclusos recién ingresados, respetando normativas de derechos humanos. Además, se levantaron bardas con alambre de púas y se desmontaron zonas irregulares.
Uno de los símbolos más evidentes del desequilibrio previo era la celda de Ernesto Piñón de la Cruz, alias “El Neto”, quien controlaba completamente el módulo 4. Su área personal incluía cuatro celdas unificadas, con jacuzzi, estudio de tatuajes y espacios exclusivos para custodios. Hoy, ese sector está desmantelado y sustituido por celdas estándar.
Actualmente, trabajan 65 custodios en el Cereso 3. La SSPE asegura que el control ha vuelto a manos del Estado, desde aspectos como la apertura de compuertas hasta la vigilancia activa. “Ahora somos nosotros los que abrimos y cerramos. Ya no mandan los internos”, explicó Juan Manuel Díaz, director de Coordinación de Seguridad y Custodios.
La reforma también alcanzó al módulo laboral, donde se integró un sistema de actividades productivas. Quienes trabajan en intendencia, cocina o construcción utilizan el espacio únicamente para descansar y dormir, sin tiempo para ocio o desorden.
“Queremos que los internos salgan de aquí con herramientas para reintegrarse a la sociedad como personas productivas”, enfatizó Elmer Soto, director operativo del sistema penitenciario.
Aunque la sobrepoblación aún persiste, la erradicación del hacinamiento, el fin de los privilegios y la implementación de disciplina y orden representan un avance significativo. El Cereso 3 ya no es más el bastión de grupos criminales que una vez lo dominaron.
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