CIUDAD JUÁREZ.– En medio de uno de los ataques más crueles y desgarradores registrados recientemente en esta frontera, un niño que aún no cumple los 13 años se convirtió en héroe. Su nombre es Miguel (nombre ficticio para proteger su identidad), y fue quien arriesgó su vida para salvar a sus primos y proteger a su hermanita de siete meses durante la masacre en la colonia Profesora Simona Barba, donde 10 integrantes de una familia fueron baleados.
La tragedia ocurrió en una casa ubicada en el cruce de Edelmira Viuda de Escudero y Elena Arizmendi Mejía, donde sicarios armados con rifles y pistolas irrumpieron en pleno convivio familiar, abriendo fuego sin importar la presencia de niñas, bebés, mujeres y hombres. Miguel fue uno de los pocos que no solo mantuvo la calma, sino que actuó con valentía para proteger a los suyos.
Con voz serena, mientras sostenía el calcetín rosado de su hermanita —con un agujero causado por una bala— Miguel relató cómo, al escuchar los disparos, tomó a sus primos y los llevó al segundo piso de la casa para protegerlos.
“Cuando empezaron a disparar para dentro de la casa, cayeron muchos vidrios… subí a mis primos arriba, calmándolos para que no lloraran”, narró Miguel. “Mi mamá estaba herida en la pierna, mi primo tirado… y llegó la patrulla”.
Mientras los adultos intentaban atender a los lesionados, un agente quiso llevarse a la bebé para ponerla a salvo, pero Miguel insistió en que él era su hermano y debía acompañarla. La tomó en brazos, la arrulló para calmar su llanto y la llevó personalmente al hospital, junto con su madre.
“Mi mamá estaba muy alterada porque no la atendían en el IMSS… yo estaba con mi hermanita que lloraba mucho del dolor”, explicó.
Vestido apenas con un pantalón de mezclilla, tenis y sin camiseta, Miguel permanecía afuera del hospital esperando noticias, rodeado por vecinos que no dudaron en solidarizarse para ayudar a trasladar a los heridos sin esperar ambulancias.
Los vecinos que fueron testigos del ataque aseguran que las víctimas no están vinculadas a ningún grupo delictivo, y que se trata de personas de trabajo, tranquilas, que jamás se imaginaron que serían blanco de un ataque armado. “Si alguna autoridad dice que esto fue por el crimen organizado, no les vamos a creer”, advirtió una de las vecinas que acompañó a Miguel.
Este caso ha conmocionado a Ciudad Juárez no solo por la violencia del ataque, sino por la valentía de un niño que actuó con más humanidad y temple que muchos adultos. Hoy, Miguel es símbolo de resistencia y amor familiar, incluso en medio del terror.
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