“Les escribimos sus nombres en los brazos para poder identificarlas”, relataron Silvana y María tras el desastre en Hill Country
Texas.— En medio del desastre natural que dejó al menos 32 muertos, entre ellos 14 niños, por las inundaciones repentinas en Hill Country, Texas, una historia de coraje, humanidad y liderazgo protagonizada por dos jóvenes mexicanas de 19 años ha capturado la atención nacional e internacional.
Silvana Garza Valdez y María Paula Zárate, originarias de México, se encontraban como responsables de un grupo de niñas en el Campamento Guadalupe, un retiro cristiano de verano. Gracias a su rápida acción y temple, lograron poner a salvo a 20 niñas durante las peores horas del fenómeno.
Silvana compartió en entrevista con Foro TV N+ que todo comenzó alrededor de las 3 de la mañana, cuando el servicio eléctrico se interrumpió repentinamente. “Se fue la luz, los ventiladores dejaron de funcionar. Empezamos a escuchar ruidos extraños, y los vidrios temblaban. Era como una película de terror”, recordó la joven, aún visiblemente afectada.
Conscientes del riesgo y sin esperar indicaciones oficiales, ambas jóvenes decidieron improvisar un protocolo de emergencia, alejando a las niñas más pequeñas de los puntos vulnerables de la cabaña, manteniéndolas agrupadas y, en un gesto que demuestra un pensamiento de supervivencia avanzado, les escribieron los nombres en los brazos.
“Les escribimos sus nombres en los brazos para que pudieran ser identificadas si algo pasaba”, dijo Silvana.
María, por su parte, relató que hicieron todo lo posible por mantener la calma en las niñas mientras afuera el agua arrasaba con casas y vehículos. “Nos turnábamos para contar cuentos, jugar adivinanzas, incluso rezábamos juntas. Pero por dentro estábamos muy angustiadas”, relató con lágrimas contenidas.
Fue hasta las primeras horas de la mañana siguiente que recibieron la confirmación oficial: el campamento Guadalupe fue declarado pérdida total. En ese momento, se inició una operación de evacuación para rescatar a las decenas de menores que aún permanecían atrapadas.
Hasta el cierre de esta nota, las autoridades del estado de Texas han confirmado la muerte de al menos 32 personas, entre ellas 14 menores, mientras que continúan desaparecidas más de 20 niñas pertenecientes al Campamento Mystic, otra instalación cristiana afectada en la misma zona ribereña.
Las lluvias provocaron una crecida repentina del río, subiendo más de 8 metros en solo 45 minutos, según reportes del Servicio Meteorológico Nacional. Casas, vehículos y hasta estructuras metálicas fueron arrastradas, dificultando las labores de búsqueda.
Este acto heroico se da en un contexto adverso para la comunidad latina. La administración del presidente Donald Trump ha intensificado en las últimas semanas los discursos en contra de inmigrantes, particularmente aquellos provenientes de México y Centroamérica, culpándolos incluso de “colapsar el sistema” de seguridad estadounidense.
Paradójicamente, fue el coraje y liderazgo de dos jóvenes mexicanas lo que evitó una tragedia aún mayor en territorio estadounidense. Una contradicción que ha sido resaltada por diversos líderes de opinión en redes sociales y medios internacionales.
Ambas jóvenes mexicanas, de apenas 19 años, llegaron a Texas como voluntarias para el retiro cristiano. Según información de sus familiares, son estudiantes universitarias con una profunda vocación de servicio.
Silvana estudia Psicología y María cursa Derecho. Ambas compartieron que su intención al integrarse al campamento era “ayudar a niñas en su formación espiritual durante las vacaciones de verano”, sin imaginar que enfrentarían una tragedia de tales dimensiones.
“Nunca entendí la gravedad del asunto hasta que salimos y vimos todo destruido”, compartió Silvana.
La historia de Silvana y María no solo habla de valentía, sino que rompe con las narrativas discriminatorias y xenofóbicas que algunos sectores políticos han impulsado recientemente en EE.UU. Su acción no fue solo instintiva, sino estratégica, empática y solidaria. Actuaron con rapidez, inteligencia emocional y conciencia de grupo.
Mientras las autoridades continúan con las tareas de búsqueda y recuperación, ambas jóvenes han solicitado privacidad para las niñas que estaban bajo su cuidado. “A muchas les afectó emocionalmente. Solo queremos que estén bien, que vuelvan a sus casas y que no tengan secuelas”, comentó María.
Además, pidieron oraciones por las desaparecidas y por las familias que han perdido a sus hijas en esta tragedia. “Rezaremos por ellas todos los días”, dijo Silvana.
La historia de estas dos jóvenes es un recordatorio poderoso de que en medio de la oscuridad, siempre hay luz. De que el origen, la nacionalidad o el estatus migratorio no definen la capacidad de hacer el bien.
En un país donde se debaten muros, redadas y expulsiones, Silvana y María construyeron un puente de vida, humanidad y esperanza. Gracias a ellas, 20 niñas pueden contar la historia de cómo sobrevivieron a una de las peores inundaciones en la historia reciente de Texas.
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