En una homilía desde la Basílica de San Pedro, el Pontífice destacó cómo la actividad física refleja la belleza de Dios y forja valores espirituales
Ciudad del Vaticano.– Durante la celebración del Jubileo del Deporte, el Papa León XIV compartió una profunda reflexión en su homilía de la Solemnidad de la Santísima Trinidad, destacando el vínculo entre la fe y la actividad física.
“Toda buena actividad humana lleva consigo un reflejo de la belleza de Dios, y sin duda el deporte es una de ellas”, afirmó el Santo Padre ante miles de fieles reunidos en la Basílica de San Pedro.
Aunque el binomio “Trinidad-deporte” puede parecer poco común, el Pontífice explicó que la práctica deportiva, especialmente la vivida en comunidad, refleja los valores de entrega, colaboración y humildad, los cuales son también rasgos del amor trinitario de Dios.
León XIV reflexionó sobre el imperativo “¡Dale!”, expresión popular en las competencias italianas, que en español traduce “¡Dale!” o “¡Entrégate!”. Según explicó, no se trata solo de esfuerzo físico, sino de darse uno mismo, de comprometerse plenamente, como en la vida cristiana.
“No se trata solo de dar una prestación física, quizá extraordinaria, sino de darse uno mismo, de ‘jugársela’”, señaló.
El Papa desarrolló tres puntos esenciales sobre cómo el deporte puede sanar y renovar a la sociedad moderna:
Contra la soledad y el individualismo:
En un mundo cada vez más centrado en el “yo”, el deporte —especialmente en equipo— enseña a compartir y a colaborar, lo que puede ser instrumento de paz y unidad en comunidades, escuelas y familias.
Contra el aislamiento digital:
Aunque la tecnología conecta, también separa a los más cercanos. El deporte revaloriza el cuerpo, el esfuerzo real y la presencia física, algo esencial en tiempos de pantallas.
Contra la cultura del éxito a toda costa:
En una sociedad que glorifica a los ganadores, el deporte enseña a perder con dignidad y a aceptar la fragilidad humana, recordando que incluso los campeones caen, pero el verdadero mérito está en levantarse.
El Pontífice también destacó el ejemplo de santos que practicaron el deporte como forma de vivir su fe. Citó al beato Pier Giorgio Frassati, conocido por su vida sencilla y su pasión por el alpinismo, quien será canonizado el próximo 7 de septiembre.
“Así como nadie nace campeón, tampoco nadie nace santo”, expresó, invitando a los deportistas a ser ejemplo de vida cristiana.
Concluyendo su mensaje, León XIV recordó a los atletas que la Iglesia les confía una misión espiritual: ser reflejo del amor de Dios en cada acción deportiva.
También invocó la guía de la Virgen María, comparándola con una madre que corre al encuentro de sus hijos, como símbolo de impulso y dirección hacia “la victoria más grande: la de la eternidad”.
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