Nueva Orleans, EE.UU.- La familia del migrante nicaragüense Fernando Molina, de 67 años, ha denunciado públicamente una cadena de errores, omisiones y negligencia ocurrida en el University Medical Center de Nueva Orleans, donde el trabajador falleció y posteriormente fue enviado como “desconocido” a una agencia de trasplantes, pese a que la familia había proporcionado sus datos completos y rechazado la donación de órganos.
El caso ha generado indignación entre comunidades migrantes y defensores de derechos humanos, al considerar que se trató de un acto deshumanizante hacia un hombre plenamente identificado, padre de familia y trabajador que buscaba una vida mejor en Estados Unidos.
¿Qué pasó con Fernando Molina?
Fernando Molina, pintor de casas y migrante de origen nicaragüense, se desmayó súbitamente el 18 de marzo mientras laboraba. Según su hija, Martha Patricia Molina, el incidente ocurrió a las 9:30 de la mañana, pero la llamada al 911 se realizó hasta una hora después, lo que resultó fatal.
“Mi papá permaneció sin atención médica una hora y 10 minutos”, denunció.
“La empresa no llamó por temor, ya que muchos trabajadores eran indocumentados”.
Minutos después de ser trasladado, Fernando falleció en el hospital, lo que marcó el inicio de una serie de irregularidades médicas y administrativas que terminaron con la entrega del cuerpo mutilado a su familia.
El hospital lo registró como desconocido
A pesar de que la familia proporcionó su identidad completa y estuvo presente tras su muerte, el hospital decidió clasificar a Fernando como “desconocido” y lo envió a la Louisiana Organ Procurement Agency (LOPA), una organización encargada de recolectar tejidos y órganos de cuerpos no reclamados.
“Nos dijeron que teníamos tres días para retirar el cuerpo. Pero cuando la funeraria fue por él, ya no estaba ni en el piso, ni en la morgue”, explicó Martha Patricia.
La familia luchó durante días para localizar el cuerpo, hasta descubrir que había sido entregado a LOPA y utilizado para procedimientos médicos sin su autorización.
Entregan el cuerpo mutilado
Tras insistencias, correos y la amenaza de una denuncia legal, finalmente el cuerpo de Fernando Molina fue entregado a la familia. Fue entonces cuando descubrieron que había sido desmembrado, con huesos y tejidos extraídos, sin previo consentimiento.
“Yo no me opongo a la donación de órganos. Pero si mi mamá no lo autorizó, debieron respetarlo. Lo que pasó fue como matarlo por segunda vez”, expresó Martha Patricia, abogada y activista nicaragüense exiliada.
Hospital reconoce el error, pero no da solución
El University Medical Center aceptó haber cometido un error, pero se limitó a sugerir que se presentara una queja formal. Hasta el momento, la familia no ha recibido una respuesta ni reparación por el daño emocional y físico causado.
Además, LOPA argumentó que la información sobre lo hecho con el cuerpo era confidencial, lo que aumentó el dolor e indignación de los deudos.
¿Quién era Fernando Molina?
Fernando Molina emigró desde Nicaragua en busca de una vida mejor. Era un trabajador honesto, padre de familia, y no tenía antecedentes legales. Su hija, Martha Patricia Molina, ha sido reconocida internacionalmente por su labor como abogada defensora de derechos humanos y crítica del gobierno de Daniel Ortega, lo que la llevó a exiliarse en Estados Unidos.
Un llamado a la dignidad y el respeto
Este caso no solo pone en evidencia la falta de protocolos claros y respetuosos hacia los migrantes fallecidos en EE.UU., sino también la vulnerabilidad de las familias latinas ante instituciones que, según denunciaron, los trataron como ciudadanos de segunda clase.
“Ojalá nadie más tenga que pasar por esto. Todos los cuerpos merecen respeto, incluso después de la muerte”, concluyó la hija de Fernando.