Ovidio Guzmán López, conocido como “El Ratón” e hijo menor de Joaquín “El Chapo” Guzmán, enfrenta el momento más complejo de su vida desde que fue extraditado a Estados Unidos en 2023. Acusado de liderar una de las ramas más violentas del Cártel de Sinaloa y de introducir toneladas de fentanilo, metanfetamina y cocaína al país vecino, hoy su imagen está lejos de la del narco poderoso.
Según sus abogados, Ovidio padece ansiedad, depresión y complicaciones de salud derivadas de una cirugía estomacal. En la primera audiencia judicial en territorio estadounidense, solicitaron con urgencia medicamentos y una dieta especial para su cliente, argumentando que se encuentra en estado vulnerable.
Lo que más ha sorprendido a fiscales y analistas es que Ovidio ya no parece aferrarse al poder. Desde su celda en Estados Unidos, ha comenzado a colaborar con las autoridades norteamericanas. Documentos judiciales y declaraciones periodísticas indican que su estrategia legal apunta a reducir su condena a cambio de entregar rutas, propiedades, cuentas bancarias y nombres de autoridades corruptas.
Pero su cooperación va más allá: estaría buscando proteger a su padre, “El Chapo”, quien purga cadena perpetua en la prisión más segura del país, ADX Florence. Según periodistas como Jesús Lemus y José Luis Montenegro, gracias a los acuerdos entre Ovidio y el gobierno estadounidense, Joaquín Guzmán ha obtenido pequeños beneficios dentro del penal: mayor acceso a áreas comunes, ejercicio, lectura en español y menos restricciones.
El cambio de actitud de Ovidio ha despertado debate. ¿Se trata de un intento sincero de alejarse del crimen, influenciado por la enfermedad y la soledad del encierro? ¿O es una jugada pragmática para negociar mejores condiciones para él y su familia?
Lo que parece claro es que este giro marca un antes y un después en la historia del narcotráfico mexicano. La imagen del capo que dominaba con violencia se transforma en la de un hombre que, desde prisión, busca redención a través de la cooperación judicial.
El próximo 9 de julio, Ovidio Guzmán comparecerá ante la Corte Federal del Distrito Norte de Illinois, donde se formalizará su declaración de culpabilidad. Se espera que ese día se definan los términos exactos de su colaboración y se esclarezca si el beneficio a su padre fue producto directo de sus negociaciones.
La periodista Anabel Hernández ha revelado en su libro La historia secreta: AMLO y el Cártel de Sinaloa que “El Chapo” intentó alejar a Ovidio del mundo criminal en al menos tres ocasiones. Pero el asesinato de su hermano Édgar Guzmán en 2008 cambió el rumbo. Desde entonces, Ovidio se sumergió de lleno en el cártel.
Ahora, irónicamente, es desde una prisión de Estados Unidos —lejos del poder y en un estado de salud frágil— que Ovidio parece querer construir otra historia. Tal vez no sea la vida que su padre le soñó, pero aún tiene una oportunidad de cambiar su destino.
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