Ciudad de México.— Aunque la Secretaría de Educación Pública (SEP) prohíbe la venta de comida chatarra en las cooperativas escolares, la medida ha sido rebasada por la creatividad de los estudiantes y la persistencia del comercio ambulante. Desde ventas ocultas en salones de clases hasta “lockers dulceros” organizados por adolescentes, las botanas y dulces siguen circulando dentro y fuera de los planteles educativos.
🍟 ¿Cómo venden comida chatarra los estudiantes?
A falta de papitas y refrescos en las cooperativas escolares, los propios alumnos se han convertido en vendedores. En una primaria pública de la alcaldía Benito Juárez, los estudiantes ofrecen papas fritas desde 15 hasta 20 pesos, dependiendo del tamaño de la bolsa.
“Uno vende papas a 15 pesos, otro a 20. Cuando está más grande la bolsa le aumentan 5″, relató Leonel, un estudiante de primaria.
Mientras tanto, la cooperativa escolar ofrece opciones más saludables como sandía o pepino, pero esto no detiene la venta informal.
En una secundaria de la misma zona, los estudiantes organizaron un “locker dulce”, donde cada integrante del grupo aportó golosinas para consumo interno. Aunque la idea era no vender, los dulces se acabaron el mismo día.
🍭 También en escuelas privadas
En planteles privados, el fenómeno es similar. Luis, alumno de una primaria particular, contó que sus compañeros venden malvaviscos cubiertos de chocolate por 10 pesos y dulces enchilados por 8. En algunos casos, los maestros optan por pedir discreción en lugar de sancionar.
🛒 ¿Y los vendedores ambulantes?
Afuera de los planteles, la venta es aún más evidente. En zonas como Lindavista, en la alcaldía Gustavo A. Madero, al menos diez puestos ambulantes ofrecen dulces, refrescos y frituras diariamente a las afueras de un jardín de niños.
“Estoy consciente de lo que vendo, no es recomendable para la buena nutrición”, reconoció José Urdapilleta, vendedor con 10 años de experiencia en el lugar. Sin embargo, afirma que está dispuesto a cambiar su mercancía si las autoridades lo solicitan formalmente.
📌 Un reto más allá de la escuela
Este panorama demuestra que la regulación al interior de los planteles no es suficiente. Si no se incluyen a padres, maestros y vendedores ambulantes en la estrategia, la comida chatarra seguirá al alcance de los menores, poniendo en riesgo su salud nutricional.