Cuando Andrés Manuel López Obrador provocó a Xóchitl Gálvez para que se subiera a la contienda presidencial y ella mordiera el anzuelo, desde ahí marcó su destino político.
La candidata de oposición está en una batalla contra muchos frentes y lo hace sola porque tampoco se deja ayudar.
Decía Carlos Fuentes en su libro ‘La Silla del Águila’: “Te ponen en el pecho la banda tricolor, te sientas en la Silla del Águila y ¡vámonos! Es como si te hubieras subido a la montaña rusa, te sueltan…y haces una mueca que se: vuelve tú máscara”.
Aunque aquí no ha sido necesario ponerse la banda tricolor, desde que Xóchitl Gálvez se subió a la candidatura por la silla presidencial, ha sido un tren sin control donde no se ve un rumbo claro, una estrategia, sino una veleta que va dando tumbos conforme la lleva el viento.
Esa fotografía donde se observa con rostro de resignación y en medio de viejos buitres de la política, la muestran así, obligada. Obligada por hombres que la ven como botín político para beneficiarse entre ellos y a los intereses que representan.
Obligada también desde el Palacio Nacional, donde el principal animal político de la República, la sacó de un plumazo de la contienda para ser Jefa de Gobierno de la Ciudad de México (que muy seguramente ganaría, arrebatándole la hegemonía a ese grupo morenista) y empujándola a una candidatura que no esperaba y que le cayó de sorpresa.
La precandidata que ‘enamoró’ con su frescura y con capacidad de reacción para revirarle cada declaración al primer provocador de la Nación, hoy se ve desesperada, acomodando declaraciones y promesas dependiendo de la plaza pública donde se presente, pero sin ser auténtica. Obligada.
Es tanta su necesidad de ‘golpear’ a su rival que la aventaja por tantos puntos, que no se detiene a ver el panorama completo y sus declaraciones terminan golpeando más al electorado al que supuestamente quiere seducir y todo termina salpicándole en la cara.
“Me reclamó que yo vivo en una casa propia y que ella vive en un departamento rentado. Si a los 60 años no has podido hacer un patrimonio, eres bien wey, con todo respeto”, le mandó decir Xóchitl a Claudia, sin pensar que, en México, millones de personas trabajan y se Xingan todos los días y por muchos años y aún viven sin un patrimonio o no poseen alguna vivienda propia o en condiciones decorosas.
Xóchitl ya tuvo el primero de 3 rounds. El de hace unos días lo perdió. Teniendo todo a su favor, con todas las pruebas a la mano, que evidencian a uno de los peores gobiernos en la historia reciente de este país, no tuvo estrategia, no supo provocar ni acorralar a su rival y terminó molesta, de cabeza y tratando de justificar su ineptitud culpando al terrible INE actual, mal llevado por la muy funcional para el régimen, Guadalupe Taddei.
Es tiempo de hacer un viraje. Regresar a la frescura de hace unos meses, batear con capacidad de reacción las provocaciones que le tiran desde Palacio Nacional, no obsesionarse con atacar a una rival que no cambiará la estrategia de la zona de confort y centrarse en las necesidades de la gente. Esas personas que no viven desde hace 23 años de sus empresas y de la política. Esas personas que sin casa propia ni patrimonio pero que se joden todos los días y que el 2 de junio van a tener el máximo poder frente a una boleta electoral.
Faltan 40 días de campaña, 2 rounds más frente a sus rivales y es claro que en este cierre debe generar las simpatías suficientes para convencer y sumar lo que seguramente perdió estos días. ¿Se puede?, si. ¿Alcanzará?, no lo creo.