“Nostalgia” es la primera canción de Claroscuro, el nuevo disco de Nicole, una producción que combina el pop con recursos que por momentos recuerdan a músicos como Mazzy Star. Hace casi veinticinco años, la artista chilena vivió en México con el objetivo de hacer carrera. Era la época en que la industria estaba en plena transición hacia lo digital y todo se complicó para una mujer que venía de editar Sueños en tránsito, un disco que contó con la producción y colaboración de Gustavo Cerati.
Han pasado treinta años desde que la compositora e intérprete comenzó su carrera en el show bussines. Tras su paso como talento infantil del programa Sábado gigante, decidió abrirse brecha en la música con una trayectoria que incluye siete discos y un amplio reconocimiento en Sudamérica. Ahora, en pleno momento de madurez y convencida de que un músico independiente necesita involucrarse en todas las facetas de su proyecto, emprende una vez más la aventura mexicana y adelanta que será en octubre cuando visite el país ofrecer conciertos.
Claroscuro es el disco con que celebras treinta años de carrera, ¿qué balance haces de este tiempo?
Creo que cierro un ciclo y abro uno nuevo. Me siento bien por los nuevos retos y desafíos que vienen, en este disco hay mucho del aprendizaje que he obtenido a lo largo de los años. A nivel sonoro y estético conseguí reunir cosas con las que he trabajo como el electrónico, el acústico e incluso elementos del trap con guitarras de los ochenta. En lo lírico, como siempre, procuro tener letras que me permitan conectar conmigo para así transmitir algo a los demás; procuré pese a vivir en mundo tan polarizado, centrarme más en lo que nos une que en las diferencias.
Leí que este disco tuvo su origen en las conversaciones con tu abuela.
Sí, ella falleció hace dos años, ¡a la edad de 105 años! Mientras la cuidada, en su último tiempo, tuve grandes conversaciones sobre la luz y la oscuridad en la vida. A veces lo más luminoso no es un gran viaje ni un momento exitoso, sino algo cotidiano. Recuerdo que cuando le pregunté por sus momentos de mayor felicidad, me respondió que eran cuando regresábamos del colegio y nos preparaba pasteles, o cuando mi abuelo volvía y se ponían a bailar. Varias canciones recogen ese tipo de pensamientos.
¿Dirías que Claroscuro es un disco de madurez?
Uno nunca termina de madurar. Agradezco el recorrido que he realizado a través del cual he tenido la fortuna de encontrarme con grandes maestros y maestras, pero siento que todavía me falta mucho por aprender. En estos tiempos el músico ya no solo tiene que cantar y subirse a un escenario, es necesario implicarse en la producción y en el desarrollo del proyecto mismo. Ahora quiero seguir estudiando piano y aprender a tocar el bajo, siempre quise ser bajista.
Entre tus maestros estuvo Gustavo Cerati, con quien pudiste colaborar.
Tenía 20 o 21 años cuando lo conocí, era un momento donde empezaba a enfocar mis intereses con mucha ansiedad. Gustavo me ayudó a encontrar equilibrio, en ese momento no entendía su importancia, pero ahora sí. En aquella época era muy insegura, ¡imagínate mostrarle canciones a Cerati!, me incitaba a que trabajara mucho y terminara las canciones. Le gustaba jugar con las máquinas, explorar con los sonidos; fue muy generoso, no tenía porque tocar guitarras ni cantar en mi disco Sueños en tránsito e hizo ambas. Compartimos casi un año de trabajo, a pesar de ser solista trabajo con mis músicos como si fuera una banda, y nos incitó a que nos aprendiéramos nuestras canciones antes de grabarlas. Me acompañó a comprar mi primera guitarra, nos fuimos a Londres a mezclar y masterizar en el mismo estudio donde trabajó Sueño Stereo, con Soda; junto con todo el equipo compartimos un departamento y fue muy divertido.
La industria ha cambiado mucho desde entonces.
Cierto, he podido vivir ambas etapas, cuando no había redes sociales, con sellos discográficos y venta de discos. Hoy es distinto, todo es digital, quizá se valora más el show en vivo. Ahora los músicos independientes necesitamos entender la profesión como un todo.
¿Hoy es más fácil o difícil darse a conocer para un artista independiente? Para mucha gente en México eres una artista nueva y no sabe que llevas treinta años de carrera.
Viví dos años México, en 2000 y 2001, quería hacer un traslado desde BMG Chile, pero era la época de Napster y estaban despidiendo a muchos artistas en BMG México, de modo que no era el mejor momento. Seguí trabajando y mis temas llegaron a Maverick, un sello en Estados Unidos que me contrató, allá estuve casi seis años; después regresé a Chile donde seguí trabajando. En medio tuve dos hijos y eso complica la constancia que requiere la internacionalización en un país tan grande como este. Ahora mis hijos son mayores y puedo compartir de nuevo mi música con ustedes. A lo largo de mi carrera he aprendido que cada disco equivale a volver a empezar.
Entre los cambios que ha registrado la industria, ¿sigue siendo complejo para una artista compaginar su carrera con la maternidad?
Ser madre es algo hermoso, pero requiere estar ahí, conteniendo, cuidando y apoyando a tu hijo. Organización, tener apoyo y alianzas para viajar con tu hijo es algo que las mujeres no solo en el mundo de la música, buscamos. Desde hace unos años los hombres toman un rol más compartido y ambos se apoyan, en el caso de las mamás solteras desde luego el desafío es mayor. En la escena, cada vez son más las mujeres invitadas a los grandes festivales, somos muchas quienes tenemos algo que decir. Todavía falta mucho, pero es bueno que las cosas se estén nivelando.
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