Ciudad de México, 23 de enero de 2025-. El gobierno mexicano está evaluando la posibilidad de deportar a migrantes rechazados por Estados Unidos, en el marco de un creciente flujo migratorio y la implementación de políticas más estrictas por parte de Washington. Esta medida se discutió después de que autoridades estadounidenses endurecieran los controles fronterizos y aumentaran las deportaciones hacia México bajo acuerdos de cooperación bilateral.
Según fuentes oficiales, México ha recibido en las últimas semanas un número elevado de migrantes retornados, muchos de los cuales son originarios de países de Centroamérica, el Caribe y Sudamérica. Ante esta situación, el gobierno mexicano estudia nuevas estrategias para manejar esta población, incluida la opción de retornar a los migrantes a sus países de origen.
El Instituto Nacional de Migración (INM) ha señalado que el objetivo de estas acciones es mantener el orden y la seguridad en el país, además de garantizar el cumplimiento de las leyes migratorias mexicanas. Sin embargo, organizaciones defensoras de los derechos humanos han expresado su preocupación por las posibles implicaciones de estas deportaciones, especialmente en casos de personas que huyen de violencia o persecución en sus países de origen.
La cancillería mexicana ha reiterado que cualquier medida se llevará a cabo con estricto apego a los tratados internacionales y con pleno respeto a los derechos humanos. Asimismo, se mantienen las negociaciones con Estados Unidos para buscar soluciones conjuntas y sostenibles al fenómeno migratorio en la región.
Esta situación plantea un nuevo desafío para el gobierno mexicano, que busca equilibrar su compromiso con los derechos de los migrantes y las presiones derivadas de su relación con Estados Unidos. La evolución de las políticas migratorias de ambos países será determinante para el futuro de miles de personas en tránsito hacia el sueño americano.