México.-La gobernadora de Chihuahua, Maru Campos, ha declarado que el estado no se convertirá en un “estado santuario” para migrantes mexicanos deportados desde Estados Unidos. En entrevistas recientes, Campos enfatizó que, aunque se brindará una recepción digna a los migrantes en centros de procesamiento temporales, estos no serán considerados albergues permanentes. El objetivo es registrar a los migrantes y facilitar su retorno a sus estados y municipios de origen.
Campos subrayó que Chihuahua enfrenta desafíos significativos, como la pobreza alimentaria en la Sierra Tarahumara y en Ciudad Juárez, lo que limita la capacidad del estado para acoger a un gran número de migrantes de forma permanente. Además, expresó preocupación por el incremento del tráfico de personas en la región, actividad que, según ella, es más lucrativa para los grupos criminales que el narcotráfico.
Estas declaraciones se producen en el contexto de posibles deportaciones masivas desde Estados Unidos, tras la reelección de Donald Trump como presidente. La gobernadora ha manifestado la disposición de su administración para coordinarse con el Gobierno Federal y otras entidades en la atención temporal de los migrantes, pero reiteró que Chihuahua no será un destino final para ellos.
La postura de Campos ha generado diversas reacciones, ya que algunos sectores consideran que es necesario ofrecer apoyo más amplio a los migrantes, mientras que otros respaldan la decisión, argumentando que el estado carece de los recursos necesarios para atender una afluencia masiva de personas.